3 razones por las que México fracasa en el combate a la pobreza

DANIEL LÓPEZ HERRERA

México se encuentra entre las economías más grandes del mundo (en el lugar 12 de 181, según el Fondo Monetario Internacional), no obstante, 40% de su población vive en pobreza, lo que representa cerca de 54 millones de mexicanos. Sin duda, el país tiene una deuda histórica con todos ellos y, a pesar de poco más de 60 años de política social y la conformación de cerca de 150 programas de intervención gubernamental en materia de ingreso, salud, educación, desarrollo de infraestructura y mejoras laborales, la pobreza prevalece sin ceder terreno.

 

Presidencias fallidas

Nunca antes se habían destinado tantos recursos para las políticas de desarrollo social del país. Durante la era presidencial de Enrique Peña Nieto, en seis años, se destinaron 2.2 billones de pesos, 22 por ciento más que el erogado durante la administración de Felipe Calderón y dos veces más que el ejercido por Vicente Fox, en el periodo 2000-2006. ¿Cuáles han sido los resultados, tan solo en estos últimos 18 años? Una mayor cantidad de pobres. Tan complejo como el monstruo mitológico de múltiples cabezas, la Hidra de Lerna. Esta nueva administración tiene, como ninguna gestión anterior, el compromiso con el pueblo de sacar de la pobreza a la mayor cantidad posible de mexicanos durante los próximos seis años. Para lamento de todos nosotros, AMLO y su gobierno fracasarán si no se toman en cuenta las siguientes 3 razones que perpetúan la pobreza en el país:

 

1. La red y el trampolín.

 

Es burdo pensar que se ganará el combate a la pobreza a base de billetazos. Históricamente, los esfuerzos de México han estado concentrados en crear redes o safety nets que solamente evitan que las personas sumen a su vulnerabilidad otras situaciones que empeoren su situación, como contraer una enfermedad, desnutrición, pérdida de una fuente fija de ingreso e incluso la muerte. Este enfoque es lo que origina que muchas personas permanezcan ahí por muchos años y no logren romper con el círculo nocivo de la pobreza. Una buena política social debe ser un trampolín que permita a las personas impulsarse a nuevas condiciones de vida, para esto los programas deben ir enfocados al desarrollo de capacidades en los individuos y crear las condiciones para que todos tengan oportunidades de progresar.

Imaginemos un México donde, independientemente de las características del individuo al nacer (ingreso, escolaridad de padres, raza, zona geográfica, sexo), sus oportunidades en la vida se determinen por su esfuerzo y dedicación.

 

2. La simulación en las políticas de evaluación y monitoreo.

 

La falta de credibilidad en la rendición de resultados del Gobierno va en aumento y esto se debe a un simple ejercicio de confrontación con la realidad. Los números y estadísticas favorables que tanto informan las autoridades en los medios de comunicación distan mucho de lo que vemos en la realidad. Se debe evaluar la eficiencia y el impacto de todos los programas gubernamentales asociados al bienestar de los ciudadanos, así como evaluar el desempeño de las autoridades a cargo de los programas. De esta forma, será posible remover o reestructurar programas que no funcionan o solicitar la remoción de un funcionario que no ha cumplido con los objetivos del programa. Por el contrario, se requiere apoyar presupuestalmente a los programas que sí dan resultados y reconocer a los buenos funcionarios que los encabecen.

Para esto, es indispensable establecer un tablero de control en el que, tanto gobierno como sociedad, puedan ver el desarrollo de la implementación de los programas y proyectos, ver cuáles dan resultados para compartir lecciones aprendidas o buenas prácticas y cuáles necesitan acciones correctivas o preventivas. Esconder esta información sólo traerá de nueva cuenta un dispendio de recursos.

 

3. Vicios en las políticas públicas.

 

En la conformación del presupuesto, los programas sociales siempre se han privilegiado, ya que el rezago en el que viven millones de mexicanos es insostenible, no obstante, como se mencionó anteriormente, la transferencia de dinero o los programas de corte asistencialista no han dado resultados. Un gran vicio que tenemos en el país es el de implementar programas y proyectos que requieren un gran presupuesto sin antes hacer pruebas y evaluaciones con pequeños sectores de la población. En otros países, esta es una práctica común, ya que permite realizar los ajustes correspondientes, plantear acciones correctivas o preventivas, con lo que se reduce el riesgo de fracaso. En este nuevo gobierno se han planteado un sinnúmero de programas sin que exista documentación que los justifique, sólo se nos pide tener confianza. Nuestras dudas surgen porque los programas sociales, durante muchos años, han estado mal dirigidos, mal articulados, mal controlados y mal monitoreados, sin que los resultados logren cambiar sustancialmente la situación de millones de pobres.

 

“Es posible lograr avances muy significativos … mediante la acumulación de un conjunto de pequeños pasos, cada uno bien pensado, cuidadosamente probado y puesto en práctica de manera juiciosa”.

 

Abhijit V. Banerjee

Director del Laboratorio el laboratorio Abdul Latif Jameel

Poverty Action, dedicado a la disminución de la

pobreza medianteiniciativas basadas en la

investigación.

 

AMLO y una nueva generación de política social

 

Al ser el tan aludido “pueblo” parte medular de su discurso y estrategia de gobierno, cambiar la situación económica de millones de mexicanos es el anhelo más urgente e imperante de nuestro presidente, en caso de que se fracase, su lógica discursiva podría colapsar. La estrategia del actual gobierno es incrementar los apoyos a los sectores más vulnerables, tratar de anclar los programas sociales a sectores productivos y eliminar a los intermediarios, otorgando los apoyos directamente a las personas. No obstante, bajo este esquema, queda a la libre elección del individuo poner el esfuerzo necesario para lograr los objetivos que se plantee, ya que la experiencia nos marca que no necesariamente se utiliza el dinero recibido para crear una plataforma o trampolín que rompa con la perpetuación de una condición de pobreza.

 

Hasta ahora, muchos de los programas sociales en México sólo son paliativos, provocando que las personas permanezcan en pobreza durante años. Las políticas públicas deben enfocarse al desarrollo de capacidades que permitan a los individuos salir adelante. Las políticas sociales serán las correctas cuando empecemos a tener un país en el que, independientemente de las características del individuo al nacer, su éxito y oportunidades estén definidos por su esfuerzo, entrega, dedicación, responsabilidad y deseo de superación.

 

Queremos creer que ahora sí, millones de mexicanos mejorarán sus condiciones de vida. No obstante, el nuevo gobierno deberá de romper con muchas malas inercias que provocan que la pobreza sea compañera inseparable de viaje de este país.

 

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