DANIEL LÓPEZ HERRERA
¡Por fin nos reunimos! Luego de crear dos eventos en Facebook, un grupo de Whatsapp con todos los aquí presentes, 230 conversaciones uno a uno y una larguísima cadena de correos (porque “nacidos en los 80”), eso sin contar el cálculo de las horas laborales perdidas para organizar un encuentro de parejas que no se han visto en cerca de dos años, pareciera que la mesa está servida para que transcurra una velada agradable, placentera y ¿por qué no? tal vez memorable.
No ha terminado de disiparse la espuma de mi primer cerveza cuándo a Andrés se le ocurre la sublime idea de preguntar qué nos parece la Cuarta Transformación, esto seguido de un “pinches fifís”.
“¡Qué triste! Así de efímeros son los placeres de la vida”, pensé. Esa expectativa de tomarme y disfrutar de mi cerveza con un reverendo “¡ahhhh!” se difuminó.
Andrés acaba de ser nombrado titular de un área importante de la Secretaría de Hacienda y justamente se encuentra en su primer semana al mando. Sin duda, desde su arribo, revela el mismo halo conquistador que ha acompañado a grandes personajes de nuestra historia.
Pues bueno, siendo las 21:34 horas del día 20 de febrero del año de gracia de 2019, damos por inaugurada la carnicería.
Lo que siguió a este momento fueron contestaciones sarcásticas, revelación de información incómoda, indiscreciones y otras desazones. ¿El saldo? relaciones lastimadas, indignación, yo pagando la cuenta de unos amigos que se retiraron molestos y, pues, heme aquí, escribiendo esta reflexión sobre lo sensible que está el humor social en México.
¿Qué está pasando? ¿Cómo es que llegamos a este punto? ¿Hacia dónde nos encaminamos? ¿Quién sale ganando de todo esto?
Sin duda, ya cualquier tema moviliza la opinión pública hacia los dos extremos, desde asuntos de interés público relacionados con la política, hasta temas que ni siquiera sabíamos que existían y que con una lectura de dos minutos en Wikipedia nos sentimos con las credenciales de compartir nuestra opinión experta. ¡Prohibido mostrarse ignorante!
Recuerdo a mi gran maestro Bernardo cuándo, en mi época universitaria, hace poco más de una década, decía que estábamos por entrar en la ruta de la Sociedad del conocimiento. ¿Conocimiento? estamos inmersos en un brote epidémico de opinología nocivo, incoherente y sin sentido, sin duda propagado por las redes sociales.
Lo alarmante de todo es que en la refriega y disputa diaria de simpatizantes de AMLO y sus críticos, nos estamos olvidando de las instituciones que hemos construido y que tanto nos han costado, por caer en el juego del culto a la personalidad, cuyo único beneficiado es el mismo AMLO.
Chairos, nacos, fifís, pejezombies, fascistas, conservadores, vendepatrias, clase privilegiada, en fin, la democracia aún aparece lejos de nuestro radar. Ser tolerantes y asimilar que el otro también tiene derecho a expresarse y manifestarse sin caer en los insultos o agravios no forma parte de la sinapsis del cerebro mexicano.
¿Cómo sobrevivir a este pandemonio? ¿Cómo expresar nuestra opinión libremente sin desatar las plagas de Egipto?
Consejo 1. Sé selectivo en tus batallas, a veces conviene más tener paz, que tener la razón
Somos humanos y tenemos una profunda necesidad de defender nuestras creencias y rebatir todo aquello que va en contra de lo que pensamos, pero hay que ser sabios y entender cuándo involucrarnos en una conversación y cuándo en una disputa sin sentido. La política está entrando en nuestros espacios más íntimos: en el trabajo, en la escuela, en nuestra alcoba. No llevemos la polarización y resentimiento a nuestro ámbito privado y pongamos en riesgo nuestras relaciones. Tanto en el béisbol como en la vida, hay bolas que tienes que dejar pasar.
Consejo 2. “No respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él.”
Este es un proverbio del sabio rey Salomón, cuya adaptación se titularía Don’t feed the Trolls (No alimentes a los trolls), y es que sinceramente, hay personas que les gusta ver que todo arda. Creo que es precisamente en estos tiempos en que la prudencia y el buen criterio son virtudes indispensables en esta época. La tentación de convencer a alguien de nuestros argumentos teniendo la plena seguridad de que estamos en lo correcto, puede hacernos caer en la trampa de personas que no les interesa estar en lo correcto, sino simplemente ver cómo nos “hostigan” y nos hacen perder el equilibrio.
Consejo 3. Si no sabes qué responder, no respondas.
Existe una manera muy extraña en la que funciona el cerebro mexicano, que para todo tenemos una opinión, somos opinólogos expertos. Sabemos cómo se debe dirigir a la Selección Mexicana en un Mundial de Fútbol y la manera en que se debe gobernar este país, expresamos nuestro conocimiento de un universo de temas. El conocer unos cuantos detalles y datos sobre determinado tema nos lleva a aventurarnos a emitir diversas opiniones y, tal vez, dar inicio a noticias falsas y malas interpretaciones. Aprendamos a escuchar y valorar la opinión de las personas que tienen las credenciales necesarias para considerarse expertas en el tema. Que no nos dé miedo aceptarnos ignorantes.
Consejo 4. Evita los extremos
Hablando de aspectos políticos y morales las cosas no son blanco y negro, sino, antes bien, existen distintos matices intermedios. Cuando participemos en conversaciones álgidas y espinosas, partamos de una intención por identificar aquellos aspectos que pueden conciliar dos ideas en el papel de antagonistas, más que por construir argumentos que puntualicen su distanciamiento, haciendo más patente la polarización.
Consejo 5. Evita la homofilia
“Homofilia” significa juntarse solamente con aquellos que piensan, se parecen y se comportan como tú. Esto sin duda solo contribuye a fortalecer nuestra percepción parcial de las cosas y nos pone en peligro de comportamientos sectarios, enajenados, alienados y extremistas. ¿Así o más riesgoso? Si establecemos conversaciones para entender nuestra realidad, más que para imponer, podremos convertirnos en piezas claves dentro del tablero, actores que concilien, enmenden y tiendan puentes entre grupos antagónicos. Personas con una visión más completa e integral de las cosas.
Aquellos que gustan del arte de la manipulación y la propaganda saben que una sociedad dividida en dos grupos antagónicos facilita la tarea.
La diversidad cognitiva es crucial para una democracia deliberativa. Celebremos que haya “chairos” y “fifís”, tal vez haya algo en medio que nos resulte en una grata sorpresa.
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