En la mitología griega, Hidra era un monstruo con múltiples cabezas, que si le cortabas una, dos más surgían de la herida. Utilizo esta analogía para representar la complejidad del poder legislativo en el país y por qué se necesitan nuevos enfoques para renovar su funcionamiento y acercarlo más a la ciudadanía.
En México, durante muchos años, ha existido un enfoque muy curioso, todo lo envolvemos con complejidad. Las respuestas, las conversaciones, el trabajo, las relaciones con los demás e incluso con uno mismo. En el mundo de la política ocurre lo mismo, especialmente en el ámbito legislativo, donde la técnica, el lenguaje y la armonización del cuerpo de leyes, si bien son tareas especializadas, pueden traducirse en esquemas y procesos más sencillos que constituyan puertas de fácil y rápido acceso a la ciudadanía, no barreras, ni obstáculos.
“La complejidad no es para ser admirada, es para evitarse”.
El poder legislativo tiene que librarse de este padecimiento. México necesita mejores leyes, no más. Por ejemplo, la constitución de los Estados Unidos, la cual data del año 1787, solo ha sido enmendada en treinta ocasiones, mientras que la Constitución Mexicana, que data de 1917, ha sufrido poco más de trescientos cincuenta modificaciones. De igual forma, el número de iniciativas presentadas en cada Legislatura, tanto en la Cámara de Diputados como la de Senadores, crece de manera constante, ya que una de las principales métricas para medir el desempeño legislativo es el número de iniciativas presentadas, sin tomar en cuenta su calidad e impacto en el bienestar de los mexicanos.
El gran número de normas legisladas hace extremadamente difícil su manejo, sobre todo en Comisiones. Su paso por la sala de espera para su respectiva dictaminación y votación depende solamente de los intereses del grupo que está detrás de su impulso y tal como lo comentamos en nuestra participación anterior, en un Congreso con amplia mayoría de un partido político, muchas leyes pueden pasar sin el debido rigor de una evaluación técnica y profesional para medir su calidad.
“Simplifica y cosas buenas pasan”.
A continuación mencionamos algunos puntos importantes que pueden ser considerados para simplificar el funcionamiento y operación en ambas Cámaras del Congreso de la Unión, sin que esto signifique disminuir su profesionalismo y productividad:
Cambiar las métricas de medición de desempeño legislativo
Hoy en día, existen muchas iniciativas ciudadanas conocidas como Organizaciones de Monitoreo Parlamentario que vigilan el desempeño de los legisladores. Si bien la información que presentan es importante y de fácil acceso al ciudadano, éstas se enfocan exclusivamente en las cifras per se, sin una contextualización, por ejemplo, observan asistencia, número de iniciativas y puntos de acuerdos presentados, así como cuántos de estos fueron aprobados. No obstante, no hay ninguna revisión orientada a medir la calidad de las iniciativas, su redacción, su armonización con el cuerpo normativo existente, su impacto y trascendencia en el bienestar de la población, así como su relación con el Plan Nacional de Desarrollo, Objetivos del Milenio y otros documentos normativos.
Creación de un Comité Técnico de Evaluación
En algunos países, como Suecia, Dinamarca y Alemania, existen, dentro de los Parlamentos, instancias integradas por académicos, expertos y analistas ajenos a los grupos parlamentarios, encargadas de evaluar la calidad de las leyes bajo ciertos parámetros. De esta forma, cada iniciativa presentada por un legislador va categorizada en orden de importancia para que las Comisiones puedan agendarlas de acuerdo a este criterio, incluso, muchas de ellas son devueltas a sus autores antes de llegar a Comisiones, justificando las razones y los aspectos a subsanar. En una instancia como esta, lo técnico tiene que tener mayor preponderancia sobre el interés político cortoplacista.
La información que la ciudadanía necesita saber en forma atractiva
La capacidad de las Cámaras para hacer que los ciudadanos se sientan representados no solamente reside en el poder de dar respuesta rápida a sus demandas y problemas a través de la legislación, ni de poner la información en un repositorio pensando que ésta será reutilizada en automático por la ciudadanía. La forma en que se codifica la información es relevante y si queremos un mayor involucramiento de la ciudadanía en los asuntos legislativos tenemos que traducirla en formatos atractivos y digeribles para el público: infografías, videos, entrevistas, resúmenes. Una propuesta es que por cada iniciativa aprobada, los que la suscriben, deberán de facilitar a los ciudadanos diferentes formatos para su fácil distribución en redes sociales como las descritas anteriormente.
Como una reflexión final, he platicado con algunos legisladores sobre la supuesta crisis de representatividad en el Congreso, la cual se ha convertido en una justificación para los nuevos integrantes de esta Legislatura, quienes consideran el problema como algo heredado y del que no son responsables. Desde mi punto de vista, considero que lo que está en crisis es la acción legislativa, la cual no ha cambiado mucho en más de 50 años.
Hoy en día, tenemos la gran oportunidad de aprovechar la coyuntura y solicitar una transformación del Poder Legislativo. Más allá de la austeridad que se ha promovido, necesitamos otras intervenciones indispensables para acercar a la ciudadanía a este espacio de representación.
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