DANIEL LÓPEZ HERRERA
Mientras la política en México arde por la controversia que desencadena AMLO y su gobierno, seguimos sin entender que hay fuerzas más grandes cimbrando la tierra y, como bomba de tiempo, se manifestarán cambiando todo a su alrededor.
Un colapso constante
Somos hijos de la incertidumbre, el riesgo y el cambio. No se necesita ser un erudito para entender que la paranoia, ansiedad y angustia, tanto individual como colectiva, se deben a que estamos totalmente rebasados por el mundo que hemos creado. Fuimos presas de nuestra propia narrativa fantástica, optimista y sobredimensionada, en la cual la democracia, la tecnología y el liberalismo nos llevarían a un estado de bienestar y prosperidad de manera inevitable. Basta con mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de que la realidad nos abofetea una y otra vez, esperando una reacción que no llega. No. Estamos demasiado ocupados desacreditando en redes sociales, creando memes y tratando de ser la chica y el chico cool que detona las sonrisas en los grupos de whatsapp.
Lo que es arriba es abajo y lo que es abajo es arriba. Política y economía van entrelazados y no se puede entender una sin la otra. En una época de desconcierto, es importante revisar 3 tendencias que cambiarán el mundo de la política y de la economía en el futuro.
Tendencia 1. La crisis de los partidos y de la intermediación política
Los partidos están en crisis. Las personas ya no quieren intermediarios, quieren ser empoderados, tomar decisiones y que su voz cuente. La crisis de prestigio y credibilidad que han arrastrado en los últimos años hace que las personas ya no tengan ideología, sólo votan por la opción que compagina con sus intereses inmediatos o por aquel personaje que logra “representar” los valores y principios que dan identidad a segmentos importantes de personas. Esta es una de las razones por las que proliferan políticos, tanto de derecha como de izquierda, que utilizan la polarización para construir su narrativa de gobierno: “nosotros” vs “ellos”, “privilegiados” vs “el pueblo oprimido”, “fifís” vs “chairos”.
Los partidos políticos vivirán una refundación. Es necesaria si quieren sobrevivir a la crisis. La gente está cansada. Lo que cambiará será el enfoque, del top-down a un enfoque bottom-up. El partido deberá dejar de servirse de la gente y comenzar a ser un facilitador, crear plataformas y espacios para que las personas puedan utilizarlos, desencadenar proyectos sociales y productivos. Las crisis representan verdaderos puntos de inflexión. Los partidos políticos se encuentran en una. Veremos si se renuevan en los hechos o el cambio solo queda en el discurso.
Tendencia 2. Un nuevo modelo para la humanidad. Ni neoliberalismo voraz, ni socialismo utópico
En ningún otro periodo de la historia se ha generado tanta riqueza como en nuestros tiempos. No obstante, en ningún otro momento de nuestra historia ha existido tanta desigualdad. Algo no está funcionando.Tanto el modelo liberal, en todas sus facetas, como el socialismo, han fracasado. La crisis de 1930 y de 2008 nos demostraron la falta de transparencia y el espíritu voraz del modelo neoliberal capitalista, mientras que los proyectos socialistas en todas sus variantes, carecen de presencia sólida en el plano internacional, por lo que adquieren una connotación negativa en un mundo globalizado.
Lo que sí es evidente es que estamos entrando a un periodo de agitación, dónde ni un paradigma ni el otro son capaces de brindarnos soluciones. Mientras los esfuerzos se encaminan a distanciarnos del “contrario”, a través de la denuncia, la crítica y la denostación, nuevos retos y fenómenos sociales o económicos aparecen día a día, sin que podamos controlar o dimensionar su impacto en nuestras vidas.
La izquierda jugará un papel importante, pero no la izquierda reaccionaria, sino aquella que sea capaz de diferenciar al socialismo democrático de la intervención estatal o estatificación y que, sobre todo, dote de un poco de humanidad y alma al sistema neoliberal, cuyo espíritu adopta un enfoque extractivo, dónde los números e indicadores imperan sobre cualquier otro factor y cuyo costo social ha sido altísimo.
Tendencia 3. Sociedades fragmentadas y la política del resentimiento
La ideología política la hemos metido en un baúl. Las discusiones giran en torno a las identidades sociales. Ya las confrontaciones no son en torno a la cosmovisión o perspectiva respecto a ciertas situaciones como la pobreza, el desarrollo económico, el espacio público, sino a quiénes somos como persona, a estereotipos y prejuicios. Buscamos diferenciarnos puntualizando las actitudes, fallas y fracasos de los “contrarios”, la acción política se ha vuelto más un asunto emocional y de vísceras, que de razonamiento. Nos sentimos saciados con el desencuentro, la búsqueda de entendimiento requiere mucho esfuerzo y no hay tiempo para eso.
La ira, sin duda alguna, es una emoción que moviliza a los grupos sociales. Incita al apoyo y defensa férrea de los nuestros, de quienes nos representan. No hay lugar para la reconciliación, sino para la venganza. No hay lugar para aquellos que nos han señalado como los causantes de nuestra desgracia y de nuestras penurias.
Bastan 15 minutos en twitter para darnos cuenta de que las personas estamos más comprometidas con un activismo en redes sociales cuando tenemos enraizados puntos de vista muy negativos respecto al “contrario”. Como menciona el futurista Francis Fukuyama en su ensayo “La demanda de dignidad y la política del resentimiento”, los líderes carismáticos de la actualidad sintetizan el uso político de la emocionalidad y las identidades grupales: los excluidos, los marginados, los heridos, las víctimas, tierra fértil para un tipo de humanidad que cree merecerlo todo y que si no lo tiene es por culpa de alguien más.
¿Estamos Unidos Mexicanos?
¿Cómo queremos que el mundo cambie? ¿Con nosotros, sin nosotros o contra nosotros? Una de las grandes virtudes del futuro es que éste no está predeterminado, sino que se puede incidir en los acontecimientos para diseñarlo y construirlo. La palabra “deconstrucción” se ha puesto muy de moda y no es fortuito. El mundo que hemos forjado se pensó con la mejor de las intenciones, pero en una parte del trayecto de desvirtuó, se contaminó. Para encarar estos tiempos políticos álgidos y agitados deberemos despojarnos de viejos vicios y entrar en un proceso de revisionismo. El camino al futuro y la viabilidad de un nuevo proyecto de vida para las personas demandan la aceptación a la diferencia, la participación y la corresponsabilidad social.
“Para entender el potencial para avanzar en sociedad, necesitamos entender los contrapesos. Entablar conversaciones con temas difíciles crea empatía y entendimiento”.
Zachary R. Wood
Suscríbete para más artículos