RODRIGO SÁNCHEZ
UNIVERSITY OF MELBOURNE
ANALISTA INVITADO
Exhaustos, agotados física y mentalmente y sin poder delimitar cuál es nuestra vida laboral y personal. No solo los trabajadores sufren, también la productividad. Lo que era un enemigo silencioso ahora se está haciendo visible y ya algunos gobiernos están tomando cartas en el asunto.
Australia y México, dos países diametralmente distintos que comparten una realidad: altas cifras de hostigamiento laboral. De acuerdo con la Comisión Australiana de Trabajo Seguro (Safe Work Australia), el 37% de trabajadores australianos revelaron haber sido agredidos verbal o físicamente en sus centros laborales; mientras tanto, en México un estudio emprendido por OCC, asegura que siete de cada diez mexicanos se sienten agredidos en su lugar de trabajo. Cifras del INEGI arrojan que en 2018, más de 18 mil personas renunciaron a su empleo a causa del bullying laboral.
María es una trabajadora administrativa de una conocida universidad australiana, localizada en Melbourne, que tiene una trayectoria amplia en el trabajo con estudiantes internacionales. En su portafolio se encuentran algunos de los convenios más exitosos entre instituciones de educación terciaria de todo el mundo con Australia, que avalan una carrera de más de quince años en el ramo de educación. Nunca imaginó lo que vendría hace apenas unos meses.
“Una persona mexicana entró a trabajar a la oficina y se dedicó a denostar mi trabajo todo el tiempo. Mandaba correos en la madrugada y los fines de semana, no entendía las reglas del trabajo justo. La situación se salió de control porque para este personaje trabajar significaba sacrificar la vida personal al extremo y humillar. Si así trabajan en México, no me imagino la pésima calidad de vida de los empleados”, dijo María en entrevista.
Aunque las experiencias de bullying laboral en Australia y México están ‘por las nubes’, el diablo está en los detalles. No es lo mismo el definitorio de acoso laboral en nuestro país al que se tiene en otras naciones, el problema tiene que ver con un aspecto cultural y, principalmente, legislativo.
El acoso laboral, definido desde el punto de vista australiano, es todo tipo de abuso físico, social y psicológico que se suscite por parte de colegas o jefes en un ambiente laboral. Serán los sindicatos, representados a través de diferentes uniones, quienes se encarguen de conciliar ambas posturas, la de los departamentos de recursos humanos y las víctimas de este tipo de abusos. Asimismo, la Comisión de Trabajo Justo de Australia, que se encuentra representación a través de oficinas regionales, se encarga de proveer los servicios y ajustes necesarios para proteger, tanto a los empleados como a sus empleadores.
La definición en México, pese a que es definida por la Comisión Nacional de Derechos Humanos de forma muy similar a la que se hace en Australia, carece de elementos que, legislativamente, permitan la correcta aplicación de las leyes de protección del trabajador en este tipo de casos. Preocupa, por ejemplo, la falta de claridad con respecto a cuando una situación se puede considerar como bullying en el trabajo, pues podría dar lugar a malinterpretaciones en un loophole.
La NOM 35 y la salud mental de los trabajadores mexicanos
A partir de octubre de 2019, los empleadores mexicanos estarán sujetos a la nueva Norma Oficial Mexicana 35, que los obligará a velar, bajo una serie de disposiciones, por la salud mental de sus empleados. En una nación donde el 40% de la población económicamente activa padece de estrés laboral, a causa de la cultura del burnout y el abuso laboral, las altas multas que podrían pagar los centros laborales podría obligar a un cambio de políticas internas dentro de las empresas.
¿Será este el momento de un cambio en la cultura laboral mexicana? ¿Qué tendrá que cambiar en el país para que los empleadores decidan proteger a los empleados con ‘todas las de la ley’?
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