La economía global atraviesa una etapa caracterizada por una contracción de las actividades productivas y al mismo tiempo el incremento del nivel generalizado de precios, la inflación. Esto ocurre debido a diversos factores, entre ellos los efectos de la pandemia del COVID-19 sobre los sistemas productivos de las economías desarrolladas y las emergentes, además los conflictos geopolíticos en Europa del este, mismo que ha ocasionado desabastos de materias primas, lo cual genera descompensaciones de la oferta mundial y provoca encarecimiento de precios. En un escenario de inflación elevada, diversos gobiernos optan por subsidiar ciertas mercancías o servicios a fin de que la población logre adquirirlos a un precio más bajo. Sin embargo, los expertos señalan que este tipo de estrategias podrían ser poco eficaces para la economía.
Al respecto, el reporte denominado Monitor Fiscal, publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte que en un escenario de inflación generalizada, tal como el que viven la mayoría de las naciones, los gobiernos deben abstenerse de intentar frenar el aumento de los precios mediante controles de los mismos, subsidios o recortes de impuestos, pues considera que tales medidas resultan en un costo elevado para las finanzas públicas. Por el contrario, recomienda priorizar la protección de la población vulnerable mediante la impartición de apoyos específicos a través de redes de seguridad social.
El organismo internacional calcula en 0.6% del Producto Interno Bruto (PIB) el promedio del costo fiscal que los países experimentan por la aplicación de subsidios a la economía. Indica que permitir que los precios de los energéticos se ajusten (ya sea al alza o a la baja) posibilita preservar incentivos más amplios para frenar el uso de la energía y con ello incrementar el suministro. Por el lado de los alimentos es similar, las políticas de los gobiernos no deben aumentar la demanda agregada mediante la reducción de precios o eliminación de impuestos pues ello provoca presiones sobre el banco central para incrementar las tasas de interés, lo que genera un encarecimiento del servicio de deuda pública. En cambio, una postura fiscal restrictiva (permitiendo que los precios se ajusten al alza) envía una señal contundente a los mercados de que las autoridades (fiscales y monetarias) se encuentran alineadas en su lucha contra la inflación, de acuerdo con el FMI.
El FMI recomienda desarrollar resiliencia a lo largo del tiempo ante escenarios caracterizados por desastres naturales, crisis financieras y conflictos políticos. Es preferible crear gradualmente amortiguadores fiscales que permitan a los tomadores de decisiones responder con rapidez y flexibilidad a las crisis. Las redes de seguridad social ayudan a mejorar el empleo, proteger la salud y combatir la pobreza.