En tiempos de elecciones, candidatos sin propuestas

Estamos a escasos 39 días para ir a las urnas y elegir a la persona que ocupará el principal cargo público de nuestro país, la Presidencia de la República. Hasta el momento se han realizado dos debates con la finalidad de que cada uno de los candidatos de a conocer de manera puntual sus propuestas en materia económica, desarrollo social, política exterior, combate a la corrupción, entre otras, y que sean contrastadas con las propuestas de sus contrincantes. Al mismo tiempo, los ciudadanos encontramos en los debates las posibles opciones para definir al candidato que más se acople a nuestra cosmovisión de la vida, economía y política del país; y posiblemente darle nuestro voto el día de las elecciones.

Sin embargo, la constante de los debates han sido las descalificaciones entre los candidatos, las ocurrencias de cada uno de los participantes, la evasión a preguntas y planteamientos concretos y la sátira como vía de escape a confrontaciones. En el mismo sentido, la mayoría de las acciones o argumentos que los candidatos refirieron en los debates estaba dirigido inculpar de supuestos ilícitos o errores al aspirante que se ubica como puntero en las encuestas de intención de voto; por lo que la dinámica de los debates, lejos de ser una herramienta para la presentación y explicación de propuestas se ha convertido en una especie de acusatorio y sala de difamaciones.

Lo grave del asunto es que la mayoría de las acusaciones o argumentaciones son falsas, están llenas de ambigüedad o carecen de evidencias pero aún así son expuestas por los candidatos. No sé si sea con toda la intención de confundir a la audiencia, lo cual es demasiado grave pues es un claro indicativo de que están dispuestos a mentir abiertamente con tal de lograr sus objetivos. Si mienten ahora, qué impedirá que lo hagan si llegan a la presidencia.

Por otro lado, el candidato que parece más favorecido en las encuestas, lejos de contestar con claridad los cuestionamientos que realizaron los moderadores o los ciudadanos que participaron con preguntas en el segundo debate, se concentró en referir los problemas que causan los integrantes de lo que él mismo ha llamado “mafia del poder” (discurso viejo y repetitivo), sin siquiera hilar por lo menos una serie de ideas sobre propuestas concretas basadas en cifras reales de lo que su gobierno haría para resolver los principales problemas que aquejan al país.

No cabe duda que esta podría ser la elección en la que se votaría no por el candidato más capacitado o el que trae mejores propuestas de lo que necesita México para avanzar, sino del candidato menos malo, el que podría ocasionar menos daños al desarrollo de nuestro país. La tarea que tenemos los ciudadanos es mantenernos bien informados, escuchar las propuestas (por más vagas que parezcan), contrastar con datos estadísticos la viabilidad de dichas propuestas y sobre todo participar el día de las elecciones.

Compartir en: