La diversidad en años recientes ha tenido una explosión muy fuerte por los diferentes grupos que defienden sus identidades y sus derechos a ser quienes son, sin limitaciones morales o prejuicios sociales. La comunidad LGBTTIQ es un gran ejemplo, pues con el paso de los años y desde el siglo pasado ha aumentado sus letras al tiempo que agregan términos para describir gustos, géneros e identidades que aunque siempre han existido se han mantenido ocultas o no han sido descritas con tanta claridad como hoy en día. Si la sociedad se había habituado un poco más a los términos (y gustos) como “homosexualidad”, hoy convive con pansexuales, asexuales, personas no binarias, géneros fluidos, entre muchas otras categorías que más que definir comienzan a eliminar las duras fronteras entre los seres humanos.
Esta no es la única comunidad que ya se manifiesta para defender su derecho a ser quienes son, el término “neurodiversidad” nació entre la comunidad autista cuando la investigación médica demostró ser incapaz de definir con certeza lo que el autismo es, mucho menos de encontrar una cura, pues ni en el aspecto genético ni en el biológico se han encontrado claramente las causas de esto y en cambio, en nombre de la ciencia, de la medicina y de la búsqueda de tratamientos que dieran esperanza a muchas familias, se han creado una variedad enorme de terapias que en algunos casos han dañado más que ayudado a las personas con autismo. El tratamiento ideado por Ivar Lovaas, por ejemplo, el Análisis de Conducta Aplicado dio paso a un sistema de condicionamiento y castigos que llegó a justificar una crueldad desmedida porque demostró crear niños más adaptados a la sociedad, técnicas que incluso hoy en día perviven en algunas instituciones. Años antes Bruno Bettelheim comenzó una fuerte estigmatización a los padres al culparlos del problema de sus hijos, mientras Leo Kanner cerró el diagnóstico a solo unos cuantos sujetos.
El autismo es sumamente incomprendido, es un trastorno del desarrollo que se presenta desde el nacimiento y que afecta la forma en que los infantes se relacionan con su entorno, se caracteriza por la aparente indiferencia ante el mundo que los rodea, así como por algunas conductas autoestimulantes que pueden derivar en autolesión y una capacidad de concentración tan fuerte que los abstrae del mundo. A lo largo de su historia se ha confundido con esquizofrenia, psicopatía, bipolaridad u otros trastornos que llevan a una vida de medicamentos equivocados, internamientos y muchos problemas de identidad para quienes lo enfrentan. Los términos Síndrome de Asperger, Autismo de alto funcionamiento o Trastorno del Desarrollo no Especificado también se han prestado a mucha confusión, especialmente en años recientes, cuando se decidió por un término común para el diagnóstico, Trastorno de Espectro Autista.
Poco a poco la tecnología y los nuevos medios de comunicación han permitido a algunos sujetos incapaces de comunicarse en las formas tradicionales abrir vías para expresar sus experiencias y contar su visión del autismo. Esa aparente indiferencia al mundo resulta de una cuestión de percepción sensorial distinta a la mayoría de la población, suelen ser hipersensibles a la luz, el ruido o las texturas y esas conductas repetitivas como mecerse, la ecolalia o incluso golpear su cabeza son útiles para regular esa hipersensibilidad o la ansiedad que enfrentan. Por otro lado, el retraso en el lenguaje se da muchas veces por su pensamiento altamente gráfico, pero esto no significa que no puedan o no quieran comunicarse, simplemente el lenguaje humano puede llegar a ser complicado, así como la convivencia en sociedad, pues las pequeñas pistas que sirven de comunicación entre los individuos suelen pasar desapercibidas para ellos, lo que los hace “raros” para la mayoría y los hace susceptibles a engaños o abuso.
A pesar de todas esos obstáculos la comunidad ha comenzado a alzar la voz, para demostrar que su forma de ver el mundo no es una enfermedad que deba ser curada, más bien una diferencia que debe ser comprendida y aceptada. De ahí surge el término Neurodiversidad, para definir lo que el Espectro Autista es en realidad, una diferencia en la percepción de la realidad que actualmente agrupa también otras patologías, como el Trastorno por Déficit de Atención, la bipolaridad, la esquizofrenia, la depresión, la ansiedad y que pueden presentarse juntos, separados y en cualquier combinación. Esto ha abierto la puerta para que esta parte de la humanidad, discriminada y maltratada por muchos años, definida como extraña, inadaptable o ineducable abra camino para quienes son como ellos, más que una cura, se busca una verdadera inclusión, que la sociedad comprenda sus necesidades sensoriales, físicas, su forma de pensamiento, abrirse a una diversidad que no se trata de gustos, se trata de que el mundo es diferente para cada quien, aunque nos esforcemos por creer que todos lo podemos ver igual. “The loud hands project”, por ejemplo, es una iniciativa de la Autistic Self Advocacy Network para quitar el estigma que lleva la autoestimulación, es decir las conductas repetitivas como agitar las manos o balancearse, estos son conductas mal vistas por la sociedad, pero son muy importantes en la comunicación del cerebro autista, al mismo tiempo luchan por ser ellos mismos quienes hablen, pues existe un largo historial del autismo visto desde la medicina o los padres de familia, pero que ha dejado de lado a quienes lo tienen.
Los neurotípicos (la mayoría de la población) tienen la tarea de abrir la mente a estos conceptos, no porque las discapacidades dejen de serlo, pero sí porque los neurodiversos han demostrado ser necesarios en la sociedad, el enfrentamiento con un mundo extraño y su propia visión de las cosas los hacen creativos para resolver problemas, diferentes e innovadores. Al mismo tiempo nos enfrenta a un concepto de diversidad distinto, que no reside en algo externo, reside en nosotros mismos y nos hace ver que nunca hemos sido tan homogéneos como nos gustaría.
En México aún es algo pendiente, aunque los medios y algunas asociaciones se han esforzado por visibilizar el autismo aún se trata de un tema que se queda entre los involucrados. Atypical, la serie de Netflix, The good doctor, la serie de ABC son ejemplos de una visión nueva en los grandes medios, pero que no ha traspasado otros estereotipos como Sheldon Cooper o Rain Man, mucho menos en nuestro país donde los padres aún luchan por entender los términos médicos y por encontrar escuelas que acepten a sus hijos. Ni hablar de adultos que alcen la voz o expliquen quiénes son y qué necesitan, las mujeres por su lado implican otro tipo de retos, pues las características más conocidas de este trastorno suelen presentarse distinto en las niñas, quienes pasan su vida confundidas, hacen falta expertos, hacen falta voces y hace falta mucha comunicación.
Quizá en unos años el concepto habrá cambiado, la ciencia logrará definir mejor estas cuestiones, pero mientras tanto está en todos aceptar a quienes son diferentes a nosotros mismos. Esto es la diversidad del siglo XXI.