La primera semana de agosto inicia con un nuevo récord para las remesas. De acuerdo con el Banco de México, durante el primer semestre de 2022, los connacionales mexicanos radicados en el extranjero (la gran mayoría en los Estados Unidos), acumulan envíos por un total de 27 mil 565.1 millones de dólares, nivel nunca antes visto para un periodo similar desde que el banco central tiene registro de estas cuentas. La cantidad de remesas acumuladas durante la primera mitad del año implican un incremento del 16.6% respecto a los 23 mil 647 millones de dólares reportados el año anterior.
En el acumulado de los últimos 12 meses (de julio de 2021 a junio del 2022), el flujo de los ingresos por remesas ascienden a un monto total de 55 mil 503.7 millones de dólares, lo que representa un récord histórico para estos ingresos. Tan solo en el mes de junio, México recibió 5 mil 152.5 millones de dólares, lo que significa un aumento anual del 15.6% y se ligan dos meses consecutivos con remesas por encima de los 5 mil millones de dólares.
Para dimensionar la importancia de estos recursos financieros en la economía nacional se debe tener en cuenta que la cantidad de divisas recibidas durante el primer semestre del año equivale a unos 554 mil 981 millones 940.1 mil pesos (a un tipo de cambio FIX de $20.13, último valor de junio del presente año); es decir, poco más de 2 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB) anual mexicano. Esta cantidad también equivale a sumar el presupuesto anual 2022 de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el de la Defensa Nacional y el del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).
Las remesas representan una fuente de ingresos adicional para las familias mexicanas quienes destinan su totalidad al consumo de bienes y servicios; por lo tanto, su impacto se aprecia en las economías locales y regionales con mayor tradición migratoria. A nivel nacional, las remesas ayudan a reducir los índices de pobreza, reducir la brecha comercial en el consumo de las familias y aumentar las reservas internacionales.
Aunque el flujo de remesas mejora la actividad económica nacional, es importante decir que sus determinantes no se relacionan con la política económica del país; es decir, su comportamiento no responde a las decisiones que el gobierno federal toma en materia económica sino que son un reflejo de las condiciones fiscales de países de origen (como en Estados Unidos donde el gobierno otorga apoyos para fomentar el consumo de las familias) o por el aumento de la demanda de mano de obra en el mercado laboral.