Durante los últimos 50 años, México ha experimentado profundas transformaciones en su modelo económico. Ha pasado de ser una economía casi cerrada y profundamente dirigida por el sector público a convertirse en una de las economías emergentes más atractivas a nivel global. Además, con el tiempo, México ha demostrado una notable capacidad para interpretar y aprovechar el contexto geopolítico a su favor.
Por ejemplo, como resultado de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, México ha capitalizado la inversión de empresas atraídas por el efecto ‘nearshoring’. De acuerdo con Morgan Stanley, el nearshoring tiene el potencial de incrementar las exportaciones manufactureras de México hacia Estados Unidos, desde los $455 mil millones actuales hasta aproximadamente $609 mil millones en los próximos cinco años. Este incremento significativo, equivalente a más del 10% del PIB de México, subraya la importancia estratégica del país como un centro de manufactura en Norteamérica en el contexto de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
No obstante, la llegada de múltiples inversiones a México resalta un reto considerable: la necesidad de contar con capital humano altamente calificado para satisfacer la demanda creciente de talento tecnológico especializado por parte de las empresas. Como consecuencia, es necesario desarrollar estrategias que concentren esfuerzos en rediseñar un enfoque orientado a la creación y retención de talento, ofreciendo respuestas a mediano y largo plazo mediante la formación de capital humano especializado en habilidades y competencias tecnológicas.
Tomando en cuenta lo anterior, diversos estudios consideran fundamental consolidar una coordinación entre la iniciativa privada y el sector público que impulse la educación en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Estudios recientes indican que el capital humano STEM en México ha crecido a un ritmo acelerado, con aproximadamente 110,000 ingenieros graduados de diversas universidades mexicanas. A pesar de que México se ubica como el segundo país en América Latina con mayor talento digital, y la Ciudad de México está entre los cinco principales mercados con más profesionales en TI, la escasez de talento digital continúa en aumento.
Por ello, es crucial que las autoridades educativas y los líderes empresariales continúen reforzando la certificación de competencias con una visión de ganar-ganar, fortaleciendo y perfeccionando el capital humano en competencias STEM. La idea es no solo responder a la creciente demanda laboral, sino también lograr que más personas tengan acceso a sectores como Analítica de Datos, Ciberseguridad, Inteligencia Empresarial (BI), Inteligencia Artificial (AI) y Machine Learning, entre otros.
Uno de los primeros pasos para capitalizar estas oportunidades es mantener esfuerzos de capacitación y certificación continua. Para ello, especialistas en el sector de reclutamiento señalan la necesidad de crear una red de co-innovación que incluya la revisión de programas curriculares universitarios, la implementación de formaciones especializadas como bootcamps, y la difusión de incentivos y programas de desarrollo que generen inclusión tecnológica y apoyen a personas en situación vulnerable.
Para capitalizar las oportunidades que presenta el nearshoring desde el punto de vista del capital intelectual, es fundamental que la iniciativa privada, el gobierno y las universidades trabajen de manera coordinada en la creación y fortalecimiento del talento especializado en tecnologías emergentes. La iniciativa privada debe liderar la identificación de las habilidades y competencias más demandadas por la industria, impulsando la implementación de programas de capacitación y certificación continua. Las empresas pueden crear alianzas estratégicas con instituciones educativas para desarrollar programas académicos y bootcamps enfocados en áreas clave como la Inteligencia Artificial, la Ciberseguridad y la Analítica de Datos para asegurar que el talento emergente esté alineado con las necesidades del mercado.
Por su parte, el gobierno tiene el papel de establecer políticas públicas que fomenten la educación en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) y proporcionar incentivos fiscales y apoyos financieros para programas de desarrollo tecnológico. Además, es crucial que las autoridades faciliten la creación de una infraestructura educativa robusta que permita a más estudiantes acceder a formación especializada, independientemente de su situación económica. El gobierno también debe impulsar la inclusión tecnológica al desarrollar programas que capaciten a personas en situación vulnerable, integrándolas en el ecosistema laboral de la industria 4.0.
Las universidades deben adaptarse a la rápida evolución tecnológica mediante la actualización constante de sus planes de estudio, asegurando que estén alineados con las tendencias globales y las demandas del mercado laboral. Además, deben promover la educación continua, ofreciendo cursos de actualización y certificaciones que permitan a los profesionales mantenerse al día en un entorno laboral altamente dinámico.