El precio de las gasolinas ha mantenido un ciclo alcista en los últimos meses, esto se explica en gran medida por los desajustes entre la oferta y la demanda mundial de petróleo que se vienen presentando desde el inicio de la pandemia en el 2020, cuando la mayoría de las industrias tuvieron que interrumpir sus actividades para limitar el número de contagios entre su planta laboral. La consecuencia inmediata fue que la oferta mundial de petróleo estaba excedida respecto a la demanda de la industria, por lo que los países productores de crudo enfrentaron pérdidas considerables.
Posteriormente, cuando las actividades económicas comenzaban a normalizarse a finales de 2020 e inicios de 2021, la oferta del hidrocarburo era inferior a la demanda mundial, lo que provocó el incremento de los precios internacionales y hasta el momento no se han detenido. De acuerdo con diversas agencias de análisis, los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados (OPEP+), organismo que controla más del 55% de la oferta de petróleo en el planeta, han decidido aumentar de manera moderada la producción del crudo en comparación con el repunte de la demanda, a fin de asegurarse precios de venta altos tras un 2020 desastroso para sus ingresos.
Adicionalmente, la inversión para explorar nuevos yacimientos de petróleo ha presentado una desaceleración constante desde mediados de 2015, cuando el precio internacional del petróleo cayó de manera estrepitosa y en 2020 incluso se observaron precios negativos, cuando la pandemia detuvo todo en la industria. Estas situaciones condicionan el comportamiento de la oferta mundial de petróleo, lo que significa que será difícil que la demanda y la oferta lleguen a un punto de equilibrio que reduzca los precios del petróleo, al menos en el corto plazo.
El contexto descrito explica el encarecimiento de las gasolinas y el diésel, principales derivados del petróleo. En Estados Unidos ya se registran precios de hasta $6.5 dólares por galón de gasolina (3.7 litros aproximadamente), en estados como California o Nevada. Si se realizan las conversiones a pesos mexicanos, esto significaría un precio de 35 pesos por litro de gasolina. Estimaciones de expertos señalan que México enfrentaría precios similares si el gobierno federal no estuviera aplicando los estímulos fiscales sobre el precio de venta de las gasolinas.
Así, la Gasolina Magna pasaría de promediar un precio de $21.73 pesos por litro a $34.13 pesos; mientras que la Gasolina Premium se ubicaría en $35.44 pesos por litro desde un promedio de $23.77. Lo mismo ocurre con el diésel, que costaría al consumidor unos $35.57 pesos en lugar de un promedio de $23.41. Los estímulos del gobierno federal buscan reducir las presiones inflacionarias que el precio de las gasolinas podrían imprimir sobre el resto de bienes y servicios que se comercian en la economía; sin embargo, esto también traerá un costo de oportunidad para la aplicación del gasto público.