Oposición en la Lona

Y si, el golpe fue contundente.

Los que en los últimos años habían sido los tres grandes de la democracia mexicana, PRI, PAN y PRD, fueron mandados a la lona en las pasadas elecciones y no terminan por reaccionar. Tuvo que llegar la discusión del paquete económico del próximo año para ver una acción más o menos orquestada de los legisladores de oposición; porque, eso sí, con recorte de recursos disminuye su capacidad para construir redes de influencia y poder en los estados y en los municipios del país (un caso emblemático es la eliminación del Ramo 23 del Presupuesto).  

Una nueva conquista democrática

En el año 2000 logramos la alternancia política y se pensó que habíamos llegado a nuestra graduación como una democracia madura. A la vuelta de 18 años, nos hemos dado cuenta de que solo es una estación más en nuestro ascenso. Actualmente, más allá del ejercicio del poder por parte de un partido de izquierda, se abre la gran oportunidad de institucionalizar la oposición en nuestro país, la cual es, sin duda, un rasgo distintivo de las democracias con mayor avance que la nuestra.

¿Por qué institucionalizar la oposición?

En México, cuando un partido no está ejerciendo el poder y cuando se deslinda del Gobierno en turno, automáticamente recibe la etiqueta de oposición. Su principal función se da desde el Congreso de la Unión, donde, según la tradición, debe manifestarse con un no rotundo a la gran mayoría de las propuestas e iniciativas que presentan los legisladores del partido en el poder.

Sin embargo, en otros países la oposición adquiere personalidad jurídica, con derechos y obligaciones, lo que garantiza que deba ejercerse de manera articulada, honorable y profesional. En esta ocasión mencionaremos dos casos con fines ilustrativos, guardando claramente las diferencias que existen entre formas de gobierno y condiciones políticas. El primero de ellos es el Gabinete de Oposición en Inglaterra y el segundo se trata de los Estatutos de Oposición con los que cuentan ciertos países.

La sombra acecha

En Inglaterra la oposición es una muy importante institución política que funciona de manera permanente y cumple con una verdadera función constitucional, donde su propósito no es derribar al que está en el poder ni boicotearlo, sino ser una expresión con el poder político suficiente para cuestionar, vigilar y confrontar al gobierno, con miras a lograr las rectificaciones convenientes o necesarias.

Para esto, quienes integren la oposición institucionalizada deberán ofrecer a los ciudadanos un plan sustitutivo al Plan de Gobierno, o bien tener una agenda política muy bien delimitada, en la cual, para cada programa o acción que emprenda el gobierno en turno, deberán no sólo hacer un análisis, sino señalar correcciones pertinentes o, en su defecto, reorientarse en una nueva propuesta. Esto obliga a la oposición no solo a ser fuente de señalamientos burdos, sino a contribuir de manera proactiva y propositiva.

Los sistemas políticos modernos deben potenciar la diferencia política y brindarle condiciones para su existencia, aspecto urgente en nuestra sociedad polarizada, donde nos abocamos a desacreditarla o, en el mejor de los casos, solamente a tolerarla, como si no hubiera nada más que hacer.

Los Estatutos de Oposición

Se trata de una estrategia para garantizar de manera legal el papel de la oposición y protegerla ante la centralización del poder, por ejemplo en nuestro país, en donde Morena tiene mayoría en ambas Cámaras del Congreso de la Unión y en una cantidad considerable de las legislaturas locales. Con los Estatutos de Oposición se permite, incluso a movimientos significativos de ciudadanos con representación, participar junto a los partidos de oposición con personería jurídica, el derecho de réplica, el derecho a representación en mesas directivas, a espacios en los medios de comunicación y financiación de sus actividades. Un ejemplo emblemático está ocurriendo en Colombia, dónde está en discusión una iniciativa en el Senado que probablemente será aprobada.

Una llamada de alerta

Un Estado democrático sano necesita de pesos y contrapesos. Una primera línea de defensa la tenemos en el equilibrio de poderes. No obstante, en este inicio de sexenio, vemos como, por lo menos el Legislativo, está cooptado por la mayoría morenista. En cuanto al Poder Judicial, una prueba de fuego será el resultado de la contienda con el Ejecutivo por la reducción de los salarios de los jueces y magistrados.

De momento, nuestra oposición ha dado muestras de total resignación. Si acaso alguna participación o postura a título personal de alguna diputada o diputado, pero no hemos visto un frente opositor con causa, visión y contenido. Corremos el peligro de que la labor de oposición se asuma como algo que debe registrarse en un checklist y que tanto PRI, PAN, PRD y otros partidos estén con un mayor interés en revertir las tendencias electorales en las próximas elecciones.

Para que una democracia funcione, la oposición debe estar garantizada, si ellos no la quieren ejercer por iniciativa propia, deberán de ejercerla por mandato constitucional. Es otra forma de asegurar que en México existan checks and balances, otras políticas, otros enfoques y otras soluciones a las oficiales, sin que exista persecución o acoso por expresarlas, o ser catalogado como parte de la mafia del poder, fifí, privilegiado, o enemigo del pueblo.  

Tal vez caigo en el absurdo de esperar una reacción de la oposición que nunca vendrá. Tal vez sueño con una oposición que no sólo cuestione el Paquete Económico con pancartas, sino que presente una propuesta alterna que enriquezca el uso de los recursos y las estrategias para manejar las finanzas públicas.

Espero que la oposición despierte del letargo y se dé cuenta que, si bien no son gobierno, forman parte indispensable del Estado mexicano y de su actuar depende la salud y viabilidad de este.

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