Si hay algo constante en la vida del ser humano es el cambio, sobre todo en tiempos como el nuestro. Muchas cosas las tenemos que replantear a la luz de nuevos fenómenos y situaciones, desde las más importantes, que definen nuestra vida, hasta las más triviales. Por ejemplo, aquel dicho popular con el cual fuimos instruidos respecto a la autosuficiencia y lo peligroso del asistencialismo:
“Si le das un pescado a un hombre, comerá por un día, pero si le enseñas a pescar, comerá toda la vida”.
Seguramente han pasado muchos años desde que fue enunciada esta frase, misma que hemos adoptado como parte de la sabiduría popular, pero ¿es aún vigente? ¿qué es lo que pasa cuándo la economía se transforma y se manifiestan nuevos personajes?
Hagamos un remake de la frase, pero con su respectiva adaptación a nuestra realidad:
“Si le das un pescado a un hombre, comerá por un día, pero si le enseñas a pescar, comerá toda la vida; o bien, construye un robot y ¿comamos todos? 🤔”
¿Qué podemos hacer ante tal escenario? La automatización y la inteligencia artificial no solamente ponen en riesgo los trabajos operativos de las fábricas y líneas de producción, también funciones y actividades propias de la banca, las finanzas, la medicina y la abogacía están siendo reemplazadas. El temor a una invasión de las máquinas en el mercado laboral está documentado desde 1964, cuando se le preparó un reporte especial al entonces presidente Lyndon B. Jhonson, en el cual se proyectaba un desplazamiento de millones de trabajadores de sus puestos de trabajo debido a innovaciones tecnológicas.
50 años después de este informe, el tema se ha vuelto un punto álgido en diferentes foros internacionales, en los que muchos gobernantes señalan las complicaciones del fenómeno. Sin duda, se tienen que buscar nuevas formas de solucionar este escollo, el bienestar e integridad de muchas personas depende de ello.
Entre algunos de los inconvenientes más importantes se encuentran:
- Aumento del desempleo
- Precarización del trabajo
- Sistema educativo mecanicista, repetitivo y rígido
- Millones de jóvenes que aún estudian carreras tradicionales
- Ansiedad y otros trastornos ante el temor de perder el empleo
- Presión a las finanzas públicas y programas sociales de asistencia
Una de las alternativas más disruptivas es la de garantizar un ingreso básico universal a todas las personas, independientemente de su edad, condición socioeconómica o nivel de estudios. En otras palabras, vamos a obtener dinero sin trabajar
¿Qué?
¡Así es! Tal como lo lees.
La propuesta consiste en reorientar los recursos económicos invertidos por los gobiernos en programas sociales, salud, subsidios y educación y otorgarlos directamente a las personas para que ellos lo manejen a conciencia y procuren su desarrollo y bienestar. Suena algo descabellado ¿verdad? Sobre todo para un país como el nuestro, dónde, seguramente pensamos, haremos un gran despilfarro en puras actividades de ocio.
Aunque sea algo difícil de creer, ya hay pruebas piloto en algunos países, como Finlandia, Suecia e India, donde se han obtenido importantes resultados, sobre todo en cuestiones de satisfacción de las personas, ya que, con un ingreso garantizado, muchas personas han decidido estudiar una nueva carrera, dejar un trabajo odioso para emprender un negocio o se han dedicado a labores de voluntariado y filantropía.
Otra de las alternativas que ya exploran los gobiernos y otros actores es la reconversión de los sistemas educativos, promover nuevas carreras que florezcan con los cambios tecnológicos y una nueva economía. Esto particularmente representa un gran reto para nuestro país, ya que la mayor parte de los estudiantes todavía se matriculan en ramas del conocimiento que están en riesgo o ya son desplazadas en esta Cuarta Revolución Industrial.
De acuerdo al reporte “The Future Jobs Report”, del Foro Económico Mundial, publicado en 2018, se estima que en los próximos tres años 75 millones de empleos alrededor del mundo serán reemplazados por algún tipo de aplicación tecnológica. No obstante, dentro de esta reconfiguración del empleo, se abrirán nuevas oportunidades y roles de trabajo, pero para ello se necesita otro perfil profesional, nuevas capacidades y habilidades, como la creatividad, pensamiento crítico, trabajo en equipo, inteligencia emocional, pensamiento estratégico, entre otras. Algunos países llevan años preparándose, a través de la conformación de fondos orientados a la capacitación de miles de trabajadores, para que puedan adaptarse a las nuevas necesidades del mercado.
¿Qué podemos hacer ante lo inevitable? El mundo no se detiene y continúa su marcha hacia nuevos horizontes. Sin duda, ésta, al igual que muchas otras tendencias, representa grandes desafíos para los gobernantes. Se necesitan nuevos esquemas mentales para encontrar soluciones a problemas tan dinámicos y que presentan múltiples aristas. Una propuesta a explorar es que las autoridades en México planteen impuestos a la automatización, sobre todo a aquellas empresas del sector industrial y manufacturero que se instalan en el país y que hacen un uso intensivo de robots, maquinaria y líneas de producción sin asistencia humana. Sabemos que desde el punto de vista empresarial y privado, impuestos es igual animadversión, pero se necesitan recursos para crear programas y plataformas que aminoren el impacto que tiene esta gran transformación del mundo en la vida de millones de personas.
DANIEL LÓPEZ HERRERA
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