Sin tiempo para resultados

ISAÍ GONZÁLEZ

 

Al concluir el primer mes del año en curso, distintos medios de comunicación publicaron el desempeño que la moneda mexicana ha mostrado frente a su contraparte estadounidense y en comparación con una cesta de divisas de mercados emergentes. Los resultados señalan que el peso ha hilado 9 semanas consecutivas de apreciaciones frente al dólar y obtuvo el mejor desempeño sobre las monedas del resto de países emergentes, situación que no se repetía desde 1999.

 

A partir de lo anterior, las redes sociales se llenaron de un debate informal en el que gran cantidad de internautas atribuían la apreciación del peso al trabajo que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha realizado durante los primeros 60 días de su gobierno. Por su parte, otra cantidad de personas (la menor de ellas) atribuía los resultados a condiciones económicas de otra naturaleza.

 

Los datos que presenta el Banco de México confirman que el tipo de cambio se ha apreciado 2.8 por ciento en lo que va del año y 6.1 por ciento desde el 1 de diciembre del año pasado. Sin embargo, estos resultados obedecen a circunstancias acontecidas en los mercados extranjeros, principalmente en los Estados Unidos.

 

Lo primero que hay que puntualizar es que el dólar ha venido enfrentando periodos de debilidad, debido a resultados poco alentadores de sus variables internas, entre ellas la confianza de los consumidores y la inflación persistentemente baja. El segundo factor ha sido el letargo de la política monetaria de los Estados Unidos, al no haber movimientos en las tasas de interés, los inversionistas trasladan su capital a la adquisición de activos y monedas que les den mayores rendimientos, aunque esto suponga asumir una posición más riesgosa. El tercer y último factor es la guerra comercial que el presidente Donald Trump inició con China, situación que inyecta incertidumbre en los mercados comerciales y desincentiva la inversión en la región, haciendo menos atractiva la compra de dólares, situación que favorece a las monedas emergentes, entre ellas el peso.

 

Por su parte, México ha mostrado resultados intermitentes. Si bien es cierto que la inflación desaceleró en la primera quincena de enero, esto pudo deberse al desabasto de gasolinas, ocurrido por el combate al huachicoleo que emprendió el Gobierno Federal. Respecto a la actividad agregada, el INEGI señala una estimación oportuna de 1.8% durante el cuarto trimestre de 2018, cifra que representa una desaceleración respecto al trimestre previo y es congruente con la reducción sobre la estimación de crecimiento que los organismos internacionales han realizado sobre México para 2019.

 

Adicional a ello, en días recientes, la calificadora Fitch Ratings redujo el perfil crediticio de Pemex, principal empresa paraestatal de México, lo cual ha generado incertidumbre en los mercados sobre la viabilidad de Pemex para enfrentar el año fiscal en curso sin incurrir en graves problemas de deuda.  

 

En conclusión, Estados Unidos está teniendo problemas con sus variables internas debido a la lenta normalización de la política monetaria, así como por la guerra comercial iniciada con China; México, por su lado, está observando desaceleraciones del PIB, así como reducciones en las estimaciones de crecimiento para 2019 y malas notas en su paraestatal más importante. Entonces, es claro que las apreciaciones del tipo de cambio no vienen del desempeño interno de nuestra economía, sino de los problemas que Estados Unidos muestra y que vuelven menos atractiva su divisa para los inversionistas.

 

Así, los resultados que comience a tener el actual gobierno en materia macroeconómica podrán observarse numéricamente a partir de finales del año en curso y el primer trimestre del 2020. Tenemos que ser pacientes y no aventurarnos a culpar o atribuir logros al gobierno que apenas comienza.

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