La pandemia ha provocado mayor inclusión financiera

 

 

Aunque el saldo que ha dejado la pandemia en su mayoría ha sido negativo, existen algunas consideraciones que podrían representar secuelas positivas para ciertos sectores de la población. Por ejemplo, antes de que iniciaran las restricciones sanitarias a causa de la pandemia de COVID-19, el mundo identificaba que sólo el 51% de las personas adultas contaban con una cuenta bancaria de alguna institución financiera o de un proveedor de dinero móvil. Después de un año de vivir bajo los protocolos sanitarios, este porcentaje se incrementó al 76%; es decir, registró un aumento del 50% respecto al dato inmediato anterior reportado por el Global Findex 2021 del Banco Mundial.

Esto significa que la pandemia provocó (sin querer) un importante impulso a la inclusión financiera a nivel global; no obstante, el organismo internacional estima que aún existen unas mil 400 millones de personas adultas no bancarizadas que habitan en países en vías de desarrollo. Por lo tanto, todavía queda camino por recorrer; sin embargo, la pandemia permitió instrumentar nuevos mecanismos para ampliar la inclusión financiera, incluidos los sistemas de pagos de ayuda de emergencia, a través de los cuales, los gobiernos enviaron recursos financieros a las cuentas bancarias y tarjetas de débito de los ciudadanos.

El informe del Banco Mundial señala que durante los periodos de epidemia, un mayor número de personas realizan actividades de compra y venta utilizando internet, cuentas bancarias móviles y cajeros automáticos. No obstante, una vez que los confinamientos se relajan los cambios en el sistema financiero no suelen persistir en el tiempo y la adopción digital tiende a concentrarse entre personas relativamente jóvenes y con alto poder adquisitivo. Los impactos del COVID-19 sobre el uso del sistema financiero aún están por verse pero hasta este momento los datos sugieren la adopción de cuentas y pagos digitales.

Entre los países desarrollados y los emergentes persiste una brecha digital, la penetración financiera en países avanzados es prácticamente universal entre los adultos, mientras que en economías en desarrollo alcanza una proporción del 71% y en el caso de América del 73%. Pero, en los últimos dos años un mayor número de adultos realiza o recibe pagos digitales, logrando que los países en desarrollo reportaran una proporción de 57% entre sus adultos bancarizados, desde un porcentaje anterior del 35% en 2014. De acuerdo con David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial, es prioridad la creación de entornos normativos propicios, así como promover la digitalización de pagos y una mayor expansión del acceso a cuentas y servicios financieros formales para mujeres y sectores empobrecidos, pues esto mitigará en cierta medida las afectaciones provocadas por las crisis en curso.

 

 

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