La crisis de la intermediación política

Daniel López

Es evidente el impacto que ha tenido la tecnología en la vida del hombre a lo largo de la Historia, así como lo paulatino y gradual de los procesos que implica su asimilación. Siempre la tecnología irá mucho más adelante de nuestra capacidad para incorporarla diestramente a los distintos ámbitos de nuestra vida.

 

Con la irrupción del internet y sus distintas oleadas, sin darnos cuenta, en 25 años han cambiado muchas más cosas de las que tenemos noción, basta con ver cómo muchos de nuestros comportamientos sociales han cambiado drásticamente, al igual que la economía y el mundo de los negocios.

 

Algunos de los primeros sectores que sufrieron el embate de la tecnología fueron los medios de comunicación masiva y la industria del entretenimiento. Cadenas como Blockbuster o Videocentro, para los melancólicos ochenteros, desaparecieron para dar paso a las plataformas digitales Video on Demand y Netflix.

 

En Estados Unidos, muchas de las grandes plazas comerciales o Malls, tan famosas en los años ochenta y noventa, están desoladas gracias al incremento del comercio electrónico y a la actividad de empresas como Amazon. El mundo digital, sin duda, revolucionó la comunicación, hoy en día es más fácil establecer relaciones de toda índole. En este esquema, tal pareciera que las intermediaciones pierden su peso, lógica y razón de ser. Incluso en un nivel personal, Tinder hace innecesaria la labor del cupido personificado en la amiga o en el amigo que ve potencial de pareja en dos personas de su círculo social; solo basta una plataforma, la experiencia de usuario y el deslizamiento de un dedo para establecer una relación con alguien más sin moverte de lugar.

 

En el mundo de la política pasa algo similar, solo que este ámbito, a diferencia de los demás, es una estructura rígida y anquilosada que va un paso más lento en un mundo que se mueve a 180 km por hora. Los partidos políticos, de acuerdo a una definición con más de 150 años de existencia, son los responsables de la intermediación política entre los ciudadanos y el gobierno, están fundamentados en tres elementos: una ideología política, un plan o agenda de gobierno y una organización territorial. Pensemos en estos atributos, sobre todo en un mundo o sociedad líquida, como mencionó el sociólogo Bauman, y pareciera que los partidos políticos, o al menos su funcionamiento, está en crisis.

 

Los partidos, como intermediarios, están en crisis, al igual que muchas cosas del siglo pasado. Las personas ya no quieren intermediarios, quieren ser empoderados, tomar decisiones y que su voz cuente. La crisis de prestigio y credibilidad que han arrastrado hace que las personas ya no tengan ideología, ni lealtad hacia una opción política, solo votan por la opción que compagina con sus intereses inmediatos. ¿Será que las personas ya no quieren ser representadas?

 

A continuación, doy algunas consideraciones que, estimo, deben tomar en cuenta los partidos políticos en México, sobre todo en esta etapa, en la que muchos entrarán en una “refundación” o “reconversión”:

  • Priorizar las plataformas digitales para promover el contacto con la ciudadanía, esto como una mesa de servicios para satisfacer sus demandas y proyectos políticos. Ejemplos: change.org, plataformas crowdfunding para proyectos sociales, cursos y diplomados en línea.
  • Una campaña permanente de activismo con un enfoque diferente. En este proceso electoral, una de las principales consignas de las personas fue que los partidos solo los voltean a ver cuando tienen rostro de boleta. Los canales de participación deben ser permanentes.
  • Cambiar de protagonistas. Los actores políticos siempre quieren salir en la foto, hablar en el micrófono y salir en los spots. La gente está cansada. Por eso, de un enfoque top-down, hay que transitar a un bottom-up. El partido debe dejar de servirse de la gente y comenzar a ser un facilitador, una especie de coach que guíe a las personas en su proceso de desarrollo a convertirse en verdaderos ciudadanos.

Las crisis representan verdaderos puntos de inflexión. Los partidos políticos se encuentran en una. Veremos si se renuevan en los hechos o el cambio solo queda en el discurso.

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