El término “competitividad” no es reciente. Su utilización data desde la aparición de las teorías del comercio, y es un vocablo que cada vez toma mayor importancia por la enorme cantidad de elementos que engloba.
En el espectro económico, la competitividad es la capacidad de un país o una empresa de obtener más y mejores beneficios en el mercado, con relación a sus competidores o sus iguales. Esta locución está fuertemente relacionada con la productividad; y la importancia de entender cada uno de sus componentes radica en que la competitividad refleja la verdadera capacidad de un país para desarrollarse.
En septiembre del año pasado el Foro Económico Mundial publicó el “Reporte de Competitividad Global 2014-2015”. Para realizar este análisis, se evalúa el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de una economía, ya que es la productividad la que marca la pauta de la tasa de crecimiento de un país en el largo plazo.
Los pilares de la competitividad son:
- Instituciones
- Infraestructura
- Entorno económico
- Salud y educación primaria
- Educación superior y formación
- Eficiencia de mercado de bienes
- Eficiencia del mercado laboral
- Desarrollo del mercado financiero
- Preparación tecnológica
- Tamaño del mercado
- Sofisticación de negocios
- Innovación
El reporte ubica en primer lugar de esta categoría a Suiza (por sexto año consecutivo) y en el segundo puesto a Singapur, destacando que ambos países cuentan con mercados eficientes e instituciones transparentes. El tercer lugar lo ocupa Estados Unidos de América, que es beneficiado por su alta capacidad de innovar; seguido de Finlandia y Alemania en cuarto y quinto puesto respectivamente.
En Europa, resaltan los casos de Portugal y España debido a la implementación de reformas estructurales, con un plan de privatización en algunos sectores, y la disminución del peso del Estado en la economía, para Portugal que ascendió al puesto número 36; y medidas de ajuste presupuestario y de consolidación fiscal, además de un impulso a la actividad fiscal, para el caso de España, que se mantuvo en el lugar 35 debido a un empeoramiento en la función de sus instituciones por casos de corrupción.
La situación de México
En Latinoamérica hay una falta de progreso generalizada. Brasil y México son las economías que lideran la región con los puestos número 57 y 61 respectivamente. Sin embargo ambos países presentaron una caída en el ranking mundial.
Pese a que México ha implementado una serie de reformas estructurales en los últimos años, éstas todavía no han alcanzado un impacto significativo para la mejora de la competitividad en el país. Además, hay una serie de problemas que empeoran todavía más la situación en el ranking: el deterioro en la percepción del funcionamiento de las instituciones; la calidad del sistema educativo que no cumple con los niveles de cualificación que los cambios en la economía mexicana requiere; además de su bajo nivel de captación y uso de las tecnologías de la información y comunicación, lo que es crucial para su transformación. Además, los resultados muestran que los beneficios de muchas reformas adoptadas para incrementar el nivel de competencia y eficiencia en el funcionamiento de los mercados mexicanos, todavía no se han materializado, remarcando la necesidad de implementación de políticas específicas que no deben ser retrasadas.
Recientemente, se han observado algunos cambios notables en el mercado de telecomunicaciones. En tanto que estos resultados comiencen a ser más evidentes, el país empezará a reducir la brecha de competitividad.
Consideraciones finales
La clave para mejorar la competitividad del país está en utilizar los talentos que dispone: un entorno macroeconómico más o menos estable; un extenso y profundo mercado interno que permite el desarrollo de importantes economías a escala; una razonablemente buena infraestructura de transporte; y un buen número de negocios sofisticados; elementos poco comunes para un país en vías de desarrollo. De esta manera se propiciarán inversiones inteligentes y selectivas que impulsen el desarrollo humano y a la innovación. Es importante dar un enfoque coordinado a este proceso, forjando alianzas entre los sectores público y privado, que deberán trabajar conjunta y estrechamente para poder insertar satisfactoriamente las reformas estructurales y realizar los proyectos de inversión.