El grito de Dolores

Jorge de la Cruz

 

Una de las fechas más mexicanas es el 15 de septiembre, cuando se celebra “el grito” que dió inicio a la independencia de México, hace más de 200 años. Más allá de las precisiones sobre los eventos históricos de la época, esa noche se ha convertido en un motivo de  celebración en familia, con el fin de conmemorar un hecho histórico y de identidad nacional.

 

Prácticamente en todas las regiones y localidades del país se celebra. El acto protocolario es similar en todos lados, ya sea el Presidente de la República, Gobernador o Alcalde, sale al balcón o a un lugar en alto (donde el pueblo los pueda ver) y convocan a los presentes a corear los nombre de los héroes que nos dieron patria, con el tradicional “Viva”; finalizan con el tres veces elocuente “¡Viva México!” y la entonación del himno nacional.

 

La celebración del grito (inicial) de independencia es toda una verbena popular. Las calles principales de los centros de las ciudades se decoran con figuras y colores patrios, donde grupos musicales amenizan la velada antes y después de la ceremonia (oficial). FInalmente, el clímax de la noche es, sin duda, el espectáculo de “fuegos artificiales”.

 

De acuerdo con información de transparencia, para el festejo del “Grito”, solo de Presidencia de la República, en 2012, se gastaron aproximadamente 13.7 millones de pesos; 17.4 millones de pesos en 2013 y 18.9 millones de pesos en 2014. Para el resto de las administraciones locales no hay cifras disponibles. No obstante, si en cada Estado se gasta una cantidad similar y en los municipios la mitad, se podrían gastar al menos unos 24 mil millones de pesos en una noche (sin contar el desfile del día siguiente).

 

Hace poco terminaron las campañas electorales, donde se debatieron muchas ideas sobre cómo debe avanzar el México contemporáneo. Una de ellas es que la austeridad debe llegar a las administraciones públicas. Esto ha despertado un debate más puntual. ¿Cómo lograr la austeridad en la República? Es decir, en dónde es posible y adecuado hacer recortes al gasto público.

 

Consideraciones finales

En este tenor, todas las acciones de las administraciones públicas se encuentran bajo la lupa, incluso la ceremonia del “Grito”. Cada año se gastan miles de millones de pesos que pueden ser canalizados a programas de bienestar y apoyo a las familias o para impulsar sectores productivos, como el campo. Sin embargo, la ceremonia del “Grito” es un momento de unidad e identidad nacional.

 

Revisar las cuentas sobre lo que se gasta en la ceremonia del Grito parece trivial. Sin embargo, el momento que vivimos como país nos impulsa a cuestionarnos todos los aspectos de la administración pública. Responder a la pregunta “¿En dónde ajustamos el gasto público para hacerlo eficiente?” no es una cuestión de recortar de manera “pareja”, sino evaluar los pros y contras de continuar con ciertas políticas públicas o estructuras de trabajo, ya sea en detrimento de unas o a favor de otras.

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